A pesar de la tranquilidad con la que cada mañana pretendemos iniciar el día, he descubierto con el paso de los años que siempre hay alguien dispuesto a fastidiarte las buenas intenciones. Hacen falta grandes dosis de optimismo y empeño para que los trolls nuestros de cada día pasen de largo.
Este año 2020 apuntaba bien. Año redondo y sin grandes preocupaciones en el horizonte. Ya íbamos planificando las salidas al monte de cada fin de semana y estudiando los platos típicos de cada comarca para degustarlos adecuadamente en las ventas del lugar.
Pero ahí apareció el primer troll del año, el dichoso coronabicho, que lo ha puesto todo patas arriba. Nunca habíamos pasado tanto tiempo encerrados en casa por decisión ajena. Y con miedo. Por nosotros o por nuestros familiares. A pesar de lo que nos habían contado, esto iba en serio. Tras varios meses ya parece que recuperamos algo de la vida que habíamos encauzado al principios de año. Pero a pesar de que el coronabicho sigue latente por ahí y que no se ha ido del todo, hay quien parece no preocuparse mucho por él. Sí, hay muchos descabezados que van a lo suyo y pasan olímpicamente de las recomendaciones que nos hacen quienes saben de esto y que, evidentemente, no son los políticos (esos sí que son trolls, y de los peligrosos). No, no aprendemos.
Entre tanta ilusión por salir del confinamiento y el regreso a la vida, hay quienes no son conscientes de que hay implicaciones más allá de la meramente sanitaria. Según apuntan los expertos (los de verdad), todo indica que vamos de camino hacia una gran crisis económica similar a la de 2008. Podemos ignorarla, pero llegará de todas formas, así que más convendría estar preparados para cuando llegue el momento. El problema con el que nos encontramos en este caso son, nuevamente, los señores trolls que se sientan y votan en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Sí, esos trolls que son incapaces de dejar pasar la ocasión de tirarse los trastos a la cabeza sin pensar que están ahí para resolver problemas, no para crearlos. Vaya mierda de políticos mediocres que tenemos. ¿Es que nos han tocado todos los tontos del continente? ¿o es que para ser gobernante es más importante el carné del partido que la preparación, el conocimiento y la experiencia? La respuesta es evidente. Lamentable espectáculo.
Y después tenemos ahí a otro grandísimo troll que nos espera y nos acecha sin bajar la guardia: el cambio climático. No, no se ha ido. Sigue ahí. La gente está pendiente de otras cosas y parece como si ya estuviera todo arreglado en este planeta. Uff. ¡No nos queda nada!
Como se suele decir por aquí… Ná ni ná.