Hace unas semanas, aprovechando el día de Todos los Santos, hice una escapada con la familia a Burgos y a los yacimientos de Atapuerca. Cada vez que viajo me sorprendo de cuantas cosas me quedan aún por descubrir en nuestro espeso país.
En Burgos hay muchas cosas destacables: la imponente catedral, la cartuja de Miraflores, el monasterio de las Huelgas, el arco de Santa María, sin dejar de contar con una relajante caminata por el paseo del Espolón o el propio centro histórico.
Por aquello de darle gusto al paladar, tiene especial encanto, como en pocos sitios, saborear una tapa de morcilla de la tierra con una copa de tinto de Ribera del Duero. En toda la zona peatonal del centro hay decenas de sitios donde disfrutar ambas cosas, aunque más abajo os haré alguna recomendación basada en mi propio paladar.
Y ajena a vivir de su pasado, Burgos también ha sabido redibujarse en el mapa turístico y científico actual con el museo de la Evolución Humana. Al amparo de los yacimientos de Atapuerca, la ciudad ha sabido crear un centro de cultura y conocimiento de primera fila mundial. Lo recomiendo especialmente.
En un rato de descanso (cosa rara en estos viajes-relámpago) tuve tiempo de tomar unas notas en mi habitual cuaderno de dibujo sobre el Arco (o Puerta) de Santa maría, que da acceso a la plaza de la catedral de Burgos. El arco es bonito, pero lo que más me llamó la atención es la magnitud que tomaba al compararlo con el tamaño de las personas que pasaban a su lado. Todo en la vida, absolutamente todo, requiere tener una escala con la que medirlo ya que de lo contrario carecería de valor …o le daríamos demasiado.
Para mí, lo de comer en Burgos es sinónimo de tapear por la calle de San Lorenzo, una estrecha y encantadora calle que da a la Plaza Mayor. Me la recomendaron efusivamente y no me defraudó. Os recomiendo la Casa Pancho, donde debéis pedir un «cojonudo» y una «cojonuda». Ahí lo dejo. También me gustaron las croquetas de La Lorencita, un bar más estirado pero igualmente agradable. En cualquiera de los casos la morcilla es un imperativo y no va a faltar en casi ningún sitio de los que visitéis.
Burgos es Burgos, no hay mucho más que decir. Es un punto clave de la A-1 y nodo importante de carreteras, así que es necesario hacer un esfuerzo importante para perderse. Buen viaje.