Si buscas un momento verdaderamente encantador en Cabo de Gata, debes ver un atardecer en «las salinas» o, lo que es lo mismo, la Almadraba de Monteleva.
Su nombre proviene de la cantidad de almadrabas que hubo en la zona en el siglo XIX para la pesca del atún, muy abundante en aquella época. Pero si se conoce a esta zona por algo es por la salinas, cuya explotación comenzó a finales del mencionado siglo y que dieron lugar a la creación de una pequeña población para albergar a los trabajadores.
Todo aquello pasó a la historia. Hoy tan solo queda una pequeña explotación salinera. La mayoría de las enormes balsas han pasado a ser parte del paisaje constituyéndose en un refugio para aves migratorias.
El gran problema que asola ahora a este remanso de paz y sencillez es el turismo. Miles de vehículos se agolpan entre las salinas y la playa con ocupantes ávidos de arena y sol. Afortunadamente todavía se puede disfrutar de un lugar muy singular.
Si nunca te ha impresionado la sencillez de un paisaje es que no conoces este rincón del Parque Natural de Cabo de Gata – Níjar.