No puedo disimular la emoción que me embarga en este momento en que escribo estas líneas.
Faltan escasas 24 horas para que me encuentre en estado cataléptico vacacional. Eso, en la práctica significa no asistir al centro de trabajo habitual, pero a cambio tendré la oportunidad de cambiar el alicatado de mi cocina, pintar el dormitorio, reparar una librería que se rompió hace unas semanas y alguna que otra cosilla más.
Lo dicho. Estoy de vacaciones.