Antequera está justo en el centro geográfico de Andalucía. Tiene un tamaño equilibrado que le permite disfrutar de muchas de las ventajas de una capital, a la vez que carece de los inconvenientes de los pueblos pequeños. Además, tiene dos razones que le confieren un privilegio entre semejantes, al haber sido declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO el Conjunto de los Dólmenes y el Paraje Natural Torcal de Antequera.
A esto tienes que añadir una ciudad encantadora de arquitectura andaluza, elegante, señorial, con multitud de iglesias y conventos, con una alcazaba muy bien conservada y con muchos rincones por los que pasear. Sin duda, se justifica una visita, aunque sea desde muchos kilómetros de distancia. Personalmente he disfrutado de ese placer en muchas ocasiones y seguro que repetiré.
Se trata de un entorno donde la piedra es la que manda sobre el resto de los elementos. Es la piedra con la que increíblemente se construyeron los monumentos megalíticos del conjunto de los dólmenes. Es la piedra que fue modelada por el agua y el viento para esculpir el paisaje surrealista de El Torcal. Y también es la piedra que emerge del terreno con forma de cara que mira al cielo en la Peña de los Enamorados. Consecuentemente, es la piedra que conforma cimientos y recintos de alcazaba, termas romanas o conventos, donde se pueden adquirir algunos de los dulces más exquisitos que uno puede probar. Pues bien, hablemos un poco de algunas de estas piedras…
El conjunto de los dólmenes de Antequera está integrado (de momento) por tres monumentos megalíticos: el dolmen de Menga, el dolmen de Viera y el tholos de El Romeral. También hay alrededor una serie de yacimientos prehistóricos ligados a este conjunto. El más antiguo de los monumentos (Menga) data del Neolítico, hace unos 8.000 años, mientras que el más reciente (El Romeral) data de hace unos 6500 años, en el Calcolítico (edad del cobre).
La adecuación del recinto ha evolucionado para bien en los últimos años, supongo que como consecuencia su declaración como Patrimonio de la Humanidad. Se ha mejorado todo el entorno y se han organizado los recorridos de las visitas (que pueden ser libres o guiadas). Lo más visible es el nuevo museo, que también es centro de recepción de visitantes, donde se pueden ver audiovisuales sobre los dólmenes, así como diversas exposiciones. Ah, por cierto, la visita es gratuita.
Todo lo que pueda contar aquí sobre la singularidad y la relevancia de este lugar se quedaría corto, por lo que te aconsejo visitar la página oficial de los dólmenes de Antequera, haciendo clic aquí.
Solo quisiera pararme un instante para mencionar la monumentalidad del dolmen de Menga. Es realmente sobrecogedor por sus dimensiones, sensación que se incrementa al ser conscientes de la precariedad tecnológica de la época en la que se construyó. He visitado en dos ocasiones el famoso yacimiento de Stonehenge, en el Reino Unido, que se construyó en la misma época. Allí siempre presumen de tener el monumento megalítico más grande, el más importante, el más bonito, el más mágico, con las mayores piedras y con no sé cuantas cosas más. Es posible que algunos de esos calificativos sean ciertos, pero tan solo diré que la piedra más grande utilizada en Stonehenge pesa unas 60 toneladas. Pues bien, la piedra más grande de Menga pesa 180 toneladas. Ahora vas… y si puedes, me lo igualas.
El Torcal de Antequera, por su parte, es probablemente el paisaje kárstico más impresionante de toda Europa. Es una visita obligada en la que no importa ni la edad ni los gustos del visitante, porque hay para impresionar a todos.
Su origen data del Jurásico, hace unos 200 millones de años, cuando los sedimentos marinos emergieron formando un macizo calizo que ha sido modelado lenta pero continuamente por el viento y el agua hasta el día de hoy. El resultado es un paisaje muy característico con rocas de formas caprichosas, cuevas, simas y senderos muy singulares.
Nada más llegar, junto al aparcamiento superior, está el Centro del Visitante, donde te ofrecen toda la información y ayuda para disfrutar al máximo de lo que ofrece este monumento natural. Allí obtendrás información sobre las rutas que se pueden realizar, los lugares más destacados, los horarios y las actividades programadas. También podrás hacerte una idea del entorno antes de empezar mediante una serie de exposiciones y audiovisuales. A partir de ahí, hay senderos y paseos para todos los gustos, todo muy bien explicado. No te decepcionará. Para conocer todos los detalles, puedes visitar su página web.
Si vas en verano, te recomiendo especialmente asistir a alguna de las actividades que organiza el observatorio astronómico del Torcal, donde Francisco Gálvez y su equipo del Aula del Cielo aprovechan las extraordinarias condiciones lumínicas nocturnas de esta zona para organizar actividades de observación de las estrellas. Además, ver el paisaje del Torcal por la noche (a veces lo intuyes más que lo ves) te aseguro que no se te olvidará.
La ciudad de Antequera, como dije al principio, merece la pena ser visitada también. Puedes dedicar una jornada a recorrer su casco histórico magníficamente cuidado, la alcazaba, colegiata, restos de las termas romanas, etc. Pero, sobre todo, no dejes de acercarte a alguno de los muchos conventos que salpican la ciudad, donde las monjas preparan artesanalmente unos dulces que te trasladan a otra dimensión degustativa. Ah, y también es imprescindible desayunar con un auténtico mollete calentito, a ser posible regado con aceite virgen extra de la zona y jamón ibérico. No te digo más. Hay quien después de esto, empieza a buscar casa para quedarse allí a vivir.
Si todavía tienes a Antequera como una asignatura pendiente en tu cuaderno de viaje, no dejes de cumplimentar tu visita. No te arrepentirás.
Para comer hay que tener presente que Antequera no es un lugar que viva del turismo, por lo que la oferta no es amplia y generalmente es aconsejable reservar mesa, especialmente los fines de semana. Realmente en casi cualquier sitio se come bien, pero te voy a hacer dos recomendaciones que son antológicas. El mejor lugar, con diferencia, es el Mesón Adarve. Se trata de un negocio familiar, pequeño, de trato cercano, en el que la comida es casera y excelente. Por fuera no parece gran cosa, no invita a entrar, pero una vez pasas al local las percepciones cambian. Las berenjenas son una delicia y la ensaladilla rusa es de categoría especial. A los postres, pregunta si ese día hay leche frita y después me lo cuentas. El segundo lugar que te recomiendo es el restaurante Bienmesabe Santa María (antiguamente era El Escribano), una antigua casa muy bien rehabilitada, ubicada en la parte más alta de la ciudad, en el entorno de la alcazaba y la colegiata. Tienen una cocina moderna, con platos de campo actualizados, donde sobresalen por méritos propios la crema de tagarninos y los fideos negros. Ah, y vayas dónde vayas, no dejes de pedirte una porra antequerana, pues sin ella la visita no sería completa.
Para alojarte, la oferta no es extensa pero sí es variada, por lo que encontrarás para todos los bolsillos. Te recomiendo que optes por alguno de los hoteles que hay en el casco urbano, de tal forma que puedas pasear sin necesidad de coger el vehículo.. Una vez más, el Parador de Turismo (ver aquí) es una excelente opción que, por otro lado, está ubicado en una zona muy tranquila, sin ruidos.
Es sencillo llegar a Antequera. Está en el mismísimo centro geográfico de Andalucía, por lo que no tiene pérdida. La A-92 y la A-45 convergen en este lugar. El conjunto de los dólmenes está en el borde del casco urbano, hacia el este, y es fácil llegar a pie en unos minutos. El Torcal, por su parte, está a unos 15 kilómetros hacia el sur por la A-7075.
Y, como siempre, si quieres ver más recomendaciones para hacer una escapada, puedes ver aquí nuestro Cuaderno de Viaje. Que lo disfrutes.