¡Qué lugar! Recuerdo que en mi primer viaje pude descubrir varias ciudades en una sola. La Santiago de Compostela de una mañana de sol, la de una tarde de lluvia y la de una noche llena de sombras. Tuve que recorrer varias veces cada una de ellas para poder degustar todos los matices. Y mereció la pena cada uno de los paseos.
Santiago tiene cuatro atributos que la hacen tan especial. Es la capital de Galicia, es uno de los principales centros de peregrinación del mundo, es una de las ciudades con un mayor arraigo universitario en el mundo hispano y, además, está declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Eso da para mucho, motivo por el que tan solo me voy a detener hoy en el entorno de la catedral. Del resto ya hablaremos otro día.
Dediqué muchas horas a pasear sin prisas por el entorno de esa magnífica catedral, incluso antes de entrar en ella. Hay muchas callejuelas, plazas, arcos, escalinatas, esquinas, soportales… donde se pueden percibir los encantos de la piedra convertida en ciudad. Alrededor de la catedral puedes saborear los matices de la Galicia peregrina, la medieval y la artística.
Recuerdo que en una de mis visitas, dando vueltas alrededor de la imponente catedral no dejé ni un momento de escuchar las gaitas. No se trataba de un solo gaitero, sino que eran varios los que aprovechaban ese entorno tan apropiado para conseguir unas monedas a cambio de su arte. El eco de las piedras no hacía sino magnificar el sonido. Te aconsejo que, si tienes oportunidad, no dejes de pararte unos minutos a escuchar a alguno de ellos (si toca bien, claro) y tratar de percibir la esencia de las gaitas. Es fantástico. Incluso en la misma Plaza do Obradoiro había dos que competían a pocos metros a ver quién se hacía escuchar más.
Por cierto, esta magnífica plaza debe su nombre al hecho de que en ella se instalaron los talleres (obradoiros, en gallego) de los canteros que trabajaban en la construcción de la catedral. La gran explanada era el lugar donde almacenaban los materiales.
Precisamente en esta plaza concurren un buen puñado de edificios muy representativos de Santiago, además de la propia catedral. Allí están el Pazo de Xelmírez (actualmente es el palacio arzobispal), el Colegio de San Xerome, también conocido como el Colegio de Fonseca (que hoy es el rectorado de la universidad), el Pazo de Raxoi (sede del Ayuntamiento y de la Presidencia de la Xunta de Galicia) y el Hospital Real (actualmente es el Parador de Turismo, también llamado Hostal de los Reyes Católicos).
Este lugar es el punto de destino de todos los peregrinos que hacen el Camino de Santiago. Allí los verás. Vienen de todos los lugares imaginables. Algunos con fe y otros con ganas de algo diferente. Pero entre todos crean un clima muy singular que te atrapa enseguida.
Déjate llevar por tus pies y, como te digo, dale varias veces la vuelta a la catedral de Santiago, es una verdadera terapia contra el estrés.
La gastronomía gallega tiene una nutrida representación alrededor de la catedral de Santiago. Las calles del casco antiguo están repletas de lugares en los que se pueden degustar los platos más característicos de Galicia. Cualquiera de los bares, tascas o restaurantes de la zona te van a encantar. Pero te voy a recomendar dos de ellos que he tenido la oportunidad de catar. El primero es la taberna O Gato Negro, uno de los lugares más tradicionales de la ciudad, donde cualquier plato de marisco o pescado es digno de mención. Si hablamos de restaurantes, os recomiendo Casa Manolo (puedes visitar su web aquí), un clásico en el que encontrarás una carta completa de comida tradicional gallega. Por supuesto, vayas a donde vayas, no dejes de acompañar las viandas con los buenos vinos de esta tierra, que son muchos.
Si tuvieras que pasar noche en Santiago de Compostela, cosa que te aconsejo fervientemente que hagas, intenta pernoctar en el casco viejo. Te voy a hacer tres recomendaciones para tres bolsillos diferentes: el primero es el de más altas miras, el Parador de Turismo, llamado Hostal de los Reyes Católicos (ver aquí), que está ubicado en la plaza do Obradoiro y que es uno de los más auténticos y espectaculares donde se puede pasar una noche. Si quieres darte un capricho, es el lugar más adecuado. En la gama media está el Hotel Compostela (ver aquí), un cuatro estrellas muy bien ubicado, justo en el borde del casco viejo y con un equilibrio adecuado entre calidad y precio. Finalmente, para los bolsillos más ajustados recomiendo los apartamentos turísticos Blanco, a 100 m de la catedral y muy bien cuidados. Aparte de estas, hay decenas de posibilidades más de alojamiento, pero como no las conozco, no te las cuento.
Santiago es el final de muchos caminos, por lo que será difícil que te pierdas. Si quieres llegar más rápido, su moderno aeropuerto tiene conexiones directas con varias decenas de ciudades, además de estar a tan solo doce minutos del casco histórico. También existe conexión ferroviaria de alta velocidad entre Santiago y Madrid para quienes prefieren no levantar los pies del suelo. Si vas en coche, te recomiendo que lo aparques en las afueras o en algún parking y te dediques a andar. Las distancias son pequeñas y tu colesterol te lo agradecerá.
Y, como siempre, recuerda que tienes otros magníficos lugares por visitar sobre los que te contamos cosas de interés en nuestro Cuaderno de Viaje.