El valle de la Garcipollera está en el pirineo de Huesca, al norte de Jaca. Cuando vas buscando senderos por el monte, te encuentras lugares como Acín. No sabía que existía este pueblo, aunque la cruda realidad es que no existe. Está abandonado.
Era todavía temprano y la bruma seguía dominando el valle. Nuestro camino pretendía llevarnos aquel día hasta la lejana ermita de Santa María de Iguacel, al fondo del valle. A mitad de camino nos llamó la atención una torre de piedra que asomaba entre la vegetación y no pudimos resistir la tentación de ver de qué se trataba. Suele pasar.
Conforme nos abríamos paso entre la maleza pudimos escuchar a varios animales que huían ante nuestra presencia. Intuimos que algún ave y un par de jabalíes no esperaban que alguien les molestara tan temprano. Pero seguimos adelante el centenar de metros escaso que separa el camino de aquellas piedras.
Al llegar nos encontramos con varias casas de piedra y madera semiderruidas, así como una hermosa iglesia románica que a duras penas se mantenía en pie. Aun en estado de ruina no dejaba de ser un monumento extraordinario en el que te podrías pasar horas sentado sobre una piedra mirando aquella obra del siglo XI. Ya tenía mérito que en aquellos años alguien construyera en este lugar perdido un templo como este para escasamente una decena de vecinos.
El paisaje de este valle es extraordinario. Pre-pirineo puro con agua y verde en todas direcciones y senderos, decenas de senderos que te permiten respirar muchos litros de vida a cada bocanada. A tu lado siempre va el río Ijuez, afluente del Aragón, que aporta más frescor a la ruta y que es el hilo conductor de todos los pobladores del valle.
Os recomiendo con efusividad que visitéis esta zona. No esperéis encontrar más que naturaleza, piedra y silencio. Pero eso, al fin y al cabo, es lo que muchos seguimos buscando cada vez que nos dejan.
Este es uno de esos valles en los que merece la pena llevarse la comida para hacerle justicia en cualquier rincón. En toda la ruta no te faltará ni sombra ni agua, por lo que es mi primera opción. Pero siempre hay quien desea sentarse delante de un mantel y comer a base de buena cocina. Para todos ellos, lo más indicado es acercarse hasta el inicio del valle, en Castiello de Jaca (ver mapa) y hacer parada en el Restaurante La Jacetania (ver aquí). Una vez allí es indispensable pedir un solomillo de ciervo con salsa de trufa blanca regado con un vino de la casa. Y después… a descansar.
Para dormir el valle ofrece muy pocas opciones salvo la de buscar una casa rural en Villanovilla o en Castiello. Lo más recomendable es ir hasta Jaca, a escasos diez minutos, donde la oferta de alojamiento es mucho más variada y completa.
Para llegar hasta Acín, tan solo hay que tomar como referencia la carretera E-7 (Jaca-Francia) y al llegar a Castiello de Jaca (a 8,1 km de Jaca) tomar el camino que se adentra en el valle. A unos 8 km de Castiello, a mano izquierda, se pueden ver las ruinas de la iglesia románica asomando entre la vegetación.
Muy cerca de allí hay otros dos lugares muy interesantes sobre los que puedes encontrar entradas en este blog. Son San Adrián de Sasabe (ver) y el magnífico entorno de la estación de Canfranc (ver).