San Sebastián es uno de esos lugares que te sorprenden a pesar de lo que te adviertan previamente. Es una ciudad que tiene el tamaño justo para ser un lugar donde tener y disfrutar de todo, pero, a la vez, carece de los problemas que acarrean las grandes aglomeraciones. El una ciudad en la que se ha respetado el clasicismo de la primera mitad del siglo XX.
A esto hay que añadir esa extraordinaria bahía, con la isla de Santa Clara como capitana, que la hace más auténtica. No dejes de subir en el funicular que te lleva al monte Igueldo, desde el que tendrás unas vistas privilegiadas. Y cuando bajes, a tu izquierda, el peine de los vientos. Ahí lo dejo.