Los derechos de autor están en entredicho. ¡Viva el conocimiento!
La verdad es que los últimos diez años están suponiendo una verdadera revolución en lo que se refiere a la protección de los derechos de autor y, como no podía ser de otra forma, esto también afecta al mundo de la ilustración y de los comics. Hemos pasado a vivir una época en la que casi todo está al alcance de los dedos de una mano (literalmente) ya que con nuestro ordenador y una conexión a Internet se puede conseguir prácticamente todo sin tener que dar explicaciones a nadie.
Pero todo tiene su contrapartida. Los autores, entre los que me incluyo humildemente, tenemos la tendencia a la lógica protección de nuestro trabajo poniendo los medios a nuestro alcance para que no sea copiado, reproducido o plagiado impunemente. Pero de igual forma, es nuestra obligación avanzar tal y como lo hace la sociedad y adaptarnos a lo que demanda el público. Es seguro que el “negocio” tal y como lo conocemos ha de cambiar, pero ¿no lo hace acaso la sociedad misma?.
En el caso que nos ocupa, el de los comics, debemos plantearnos cual es nuestro objetivo profesional. Por un lado están quienes tienen como objetivo ser contratados por una gran editorial para reproducir los diseños de terceros (el caso típico de las grandes editoriales americanas o japonesas) y los hay quienes tienden a hacer un trabajo de “autor” donde la valía está en la capacidad del dibujante de plasmar una historia en cualquier circunstancia (creatividad).
El escenario es el de una lucha cuerpo a cuerpo entre la “propiedad intelectual” y el “conocimiento”. El primero de los casos es una lucha a la defensiva. Yo diseño, yo publico y yo lucho para que nadie lo copie sin pasar por caja. En el caso del conocimiento lo que tiene valor es el autor en sí mismo ya que lo importante es la capacidad creativa y no el producto realizado.
Como decía al principio, los tiempos cambian. Hace unas semanas discutía (sin llegar a las manos) con mi amigo Juan Caballero sobre la cantidad de información que debemos facilitar en una web corporativa. Mi postura es publicar todo lo publicable. Mi trabajo ya está pagado en su faceta de creación de la historieta, ¿acaso debo cobrar también por cada copia?. Hace unos años era incuestionable ya que la única forma de llegar al público era mediante el uso de la editorial y el papel. Hoy en día, y aunque yo no lo quiera, mi obra la tendrán en Australia, Japón o Canadá haciendo un par de «clics» con el ratón del ordenador.
Con esa nueva actitud en la que el destinatario de nuestros trabajos lo que comprará es conocimiento (creatividad + «know-how»), las reproducciones ya no tendrán que ser controladas. Es más, las copias de nuestros trabajos pasarán a ser una fuente importante de promoción. Tómese como ejemplo la industria discográfica, en la que los artistas miran cada vez con mejores ojos (para su cuenta de resultados) la celebración de giras y conciertos ya que el beneficio del CD cae en picado debido a la incontrolable descarga de archivos por Internet.
Debemos cambiar para sobrevivir y de lo que no me cabe la menor duda es que tenemos centenares de magníficos dibujantes que son magníficos artistas y que tienen que plantearse que la guerra de los derechos de autor (o la propiedad intelectual) es una guerra a la defensiva que hoy ya está perdida. Sin embargo, la batalla del conocimiento es una aventura en la que todo está por descubrir y por explotar.
Los tiempos de crisis son épocas en las que hay que buscar oportunidades, que las hay. Saquémosle provecho y renovemos nuestra estructura creativa.
Los lectores y los aficionados al cómic nos lo agradecerán.