Es muy posible que hoy sepas mejor que ayer quién es Greta Thunberg y que eso sea lo único que te ha quedado claro tras la celebración de la cumbre del cambio climático, porque… ¿Reciclas hoy más que ayer? ¿Ahorras más energía que hace unos meses? ¿Eres más responsable con tu entorno? ¿Te has concienciado de que esto va en serio? O no…
Prácticamente nadie hacía caso hace unos meses a la celebración de la Cumbre mundial sobre el Cambio Climático auspiciada por las Naciones Unidas. Tan solo estaban pendientes de su celebración aquellos miles de delegados de decenas de países que se preocupaban de que todo estuviera listo: pasajes de avión, reservas de hotel, comidas en restaurantes, las oportunas divisas o las parafernalias para el desplazamiento de las delegaciones. Cada detalle debía estar oportunamente previsto y organizado para que todo transcurriese bien. Tan solo algunos pocos funcionarios apuraban los días para terminar a tiempo los informes y presentaciones que habrían de exhibirse a lo largo de la cumbre. Por su parte, los discursos de los dirigentes y altos representantes ya estaban preparados. Eran los discursos de siempre, vacíos de contenido, llenos de demagogia y con tan solo algunos añadidos para su oportuna actualización.
El principal objetivo de la cumbre era encontrar las vías para reforzar el cumplimiento del Acuerdo de París. Eran dos semanas centradas en hallar una vía de encuentro entre todos los dirigentes para que este planeta no se vaya a pique. O, al menos, para que lo haga de una forma discreta.
Los políticos han hecho su papel. Avión y coche oficial, paseo con escolta, comidas oficiales, fotos de grupo, discurso oportunista y pocas respuestas. Realmente no se esperaba mucho más de ellos.
Pero si hay algo que ha sido escalofriante es constatar, una vez más, que los medios de comunicación ya no son ese poder serio, veraz, fiable y el referente que antaño fueron.
Es cierto que la celebración de la cumbre del clima ha sido una ocasión perfecta para que muchos medios de comunicación dediquen espacio a informar (y a veces incluso formar) sobre el cambio climático y el papel que jugamos todos en su aceleración. Pero también es cierto que la totalidad de ellos han sucumbido una vez más al amarillismo de la realidad centrándose en algunos aspectos colaterales y oportunistas.
El principal de ellos ha sido la presencia de la niña Greta en la cumbre. Una activista adolescente que se ha convertido en el centro de atención de todos los medios de comunicación. Nos la hemos desayunado, comido y cenado. Ha sido noticia en todos los medios y a todas la horas. Dónde estaba, a dónde iba, qué comía, cómo comía, qué decía, con quién hablaba o qué gesto ponía. Nada se ha dicho, sin embargo, sobre las propuestas presentadas por los grupos de trabajo presentes en la cumbre o sobre las llamadas de socorro de ciertos países que han sobrepasado ya todos los límites de la alerta climática. No, la niña Greta era lo que importaba.
Es verdad que gracias a la creación de un ídolo artificial como la niña Greta hay gente que se ha interesado por algunas de las cosas que decía o ponía en sus carteles. Es lo único positivo que personalmente percibo en este asunto. Y ya es algo.
Pero la falta de rigor de los medios de comunicación, centrados más que nunca en la anécdota y no en la noticia, es algo que debería hacernos reflexionar. Porque esto no es algo nuevo. Está pasando en el cambio climático y en todo lo que sucede a nuestro alrededor día a día.
Lamentablemente creo que ya es oficial. Vivimos sumidos en una inmensa nube de fake-news. Así nos va.