En la vida pasan cosas que te llaman la atención, otras incluso te sorprenden, pero hay otras que te escandalizan hasta el tuétano. Lo del pepino de Almería y la falsa acusación alemana del origen de la bacteria «e.coli» forma parte de este último grupo.
Hasta ahora he considerado al alemán como un pueblo trabajador y voluntarioso como pocos. Con ciertos aires de superioridad que se les perdona precisamente por que son un ejemplo a seguir de planificación, disciplina y tenacidad. Por ello es por lo que me sorprende de forma brutal la reacción que han tenido en la crisis acaecida por la aparición de la bacteria e.coli la cual, lamentablemente, ya ha dado lugar a bastantes muertes.
No concibo que un pueblo como el alemán caiga en el burdo error de culpar a los pepinos de Almería de la aparición de esa bacteria salvo por que crean que somos estúpidos, analfabetos o por que piensen que aquí todavía comemos con las manos.
Entiendo que antes de hacer una acusación tan seria y grave como la que han hecho deberían, al menos, estar totalmente seguros de tal afirmación. Obviamente no solo no ha sido así sino que la necesidad de justificación de algún político sin escrúpulos o con mucho miedo ha prevalecido. por otro lado, no quiero ni pensar que aquí estén presentes los intereses económicos de otros que tienen mucho que ganar (franceses, holandeses, marroquies…).
Aquel día en que saltó la noticia del patinazo alemán ví que había varios pepinos en mi nevera. Se me saltan todavía las lágrimas con la gran ensalada de pepino (con aceite de oliva, sal, ajito troceado y orégano) que me aticé entre pecho y espalda a la vez que pensaba lo que se podría hacer con el último pepino de mi nevera si me tropezaba con un alemán aquella tarde. Para mayor satisfacción, no fue una excepción ver en la calle, en cafeterías y chiringuitos, carteles como el de la foto que no hacen sino llenarme de orgullo de ser español y tener los mejores pepinos de Europa.
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