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Ya estoy de vuelta. El reencuentro con la rutina no ha sido tan dramático como se acostumbra a decir. En los últimos tiempos no paramos de escuchar aquello del “síndrome vacacional”, el “síndrome post-vacacional”, el “síndrome de la vuelta al trabajo”, el “síndrome de la barriga cervecera” o cualquier otra tontería con la que nos obsequian los medios de comunicación a falta de noticias o acontecimientos más veraces y creibles.
El caso es que las vacaciones sirven para hacer y valorar cosas que la rutina diaria nos oculta. Hay quien opta por secarse bajo el Sol como sardinilla y quien decide, por el contrario, buscar lugares desconocidos y pegarse el atracón de andar y visitar monumentos y sitios recónditos.
Yo he optado por la segunda de las opciones. No es que no me guste la playa, no. Lo que me repele es la gente que por regla general acude a ellas en el periodo estival acompañados por bocadillos de tortilla de patatas (o similares), empanadas, vino, gaseosa, patatas fritas y otras lindezas culinarias. Suelen ir acompañados igualmente por su propio “hilo musical” que invariablemente tiene averiado el mando del volumen. Por desgracia esta tribu son mayoría en los meses de julio y agosto. Después todo mejora.
Como digo, he optado por viajar. En mi caso he elegido el Norte de España, País Vasco y Cantabria, para más señas. Viaje fantástico y lleno de descubrimientos que recomiendo a cualquiera que le gusten los paisajes espectaculares, la arquitectura de piedra y el buen llantar. Por que eso sí, comer, lo que es comer, se come. Y muy bien.
Tenía previsto hacer parada en Santo Domingo de Silos para visitar la exposición de biblias en formato cómic que hay allí, pero no me fue posible por cuestión de horarios (los lunes cierra). Pero os recomiento una visita ya que todos con los que he hablado que la han visitado me la han recomendado fervientemente, sobre todo por su singularidad.
Ante este inesperado cambio de planes opté por buscar alguna otra exposición temática de comics debería haber por nuestra piel de toro. Y mira por donde que descubrí otra exposición en la que el cómic era protagonista. Se celebró en A Coruña, y su nombre es “Faros de papel”, que se celebró en el concexto del ya tradicional certamen “Viñetas desde O Atlántico”, del cual os hablaré en un próximo post. Se trata (la de los faros de papel) de una exposición sobre cerca de un centenar de viñetas de comics en las que el hilo argumental es la presencia de faros. Genial y original. Creo sinceramente que la tematización del mundo del cómic ofece la posibilidad de, como en este caso o el de las biblias, hacer exposiciones originales que nos permiten visualizar desde diferentes perspectivas (argumentos, situaciones, contextos, estilos descriptivos o de trazo) temas concretos como, en este caso, son los faros.
La exposición está comisariada por Jordi Ojera y Francesc Solé ya ha visitado otros lugares de España (Sevilla, Santander…). Las casi 100 viñetas son una recopilación minuciosa de otras tantas situaciones de faros aparecidos en comics, desde las referencias más antiguas a obras de Julio Verne hasta otras, mucho más actuales y conocidas (Tintín, Asterix, Mortadelo y Filemón). Las situaciones reflejadas en la exposición hacen referencia a los faros en sí mismos como escenario para el desarrollo de parte de una historia o, simplemente, la aparición de algunos de ellos en una viñeta concreta. En cualquier caso, la explicación que acompaña a cada uno de los elementos de la exposición son muy recomendables.
Es edificante ver como el mundo del cómic transciende más allá del papel y es capaz de atraer a miles de visitantes para exposiciones tan interesantes como ésta.
Y ahora, lo siento por todos vosotros, pero empezamos con el resto del año (hasta las próximas vacaciones). Os acompañan un pequeño dibujo que hice para mi web de viajes sobre la torre de Hércules, un faro «casi» patrimonio de la humanidad y la portada de uno de los mejores comics españoles: «Trazo de tiza».
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