La llegada a la Luna y los comics

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El espacio siempre ha sido uno de esos lugares que todos los humanos (e incluso algún inhumano) hemos mirado con admiración y curiosidad. La Luna ha sido objeto de culto, una referencia astronómica y un entorno adecuado para la generación de misterios para cualquier imaginación. Los comics no iban a ser menos y la Luna, como el espacio, han estado presentes en muchas obras que han pasado por nuestras manos. Y no solo eso, sino que muchas veces, cuando leemos comics es fácil escuchar esa frase diciendo: “Dejalo, está en la Luna”.
Hace unos días se han celebrando con cierto los cuarenta años desde que el hombre (¿o habría que decir “el hombre y la mujer”?) puso el pie en la Luna. Fue una madrugada del 21 de julio cuando algunos tuvimos la fortuna de ver, en un blanco y negro televisivo, ese momento estelar de la historia. Ahora, con la perspectiva del tiempo, es cuando más valoramos esa hazaña si tenemos en cuenta que, por ejemplo, la capacidad informática de aquellos vuelos espaciales era muy inferior a la de cualquier calculadora que llevan nuestros hijos al colegio. Además, fue televisado en directo a todo el mundo. Sencillamente impresionante.
Tras algunos alunizajes y algunos paseos por la superficie de nuestro satélite, el programa Apolo simplemente terminó, nunca más volvimos. Pero ya nunca volvió a ser como antes. Ahora ya sí sabíamos lo que podíamos encontrarnos en la superficie de la Luna. Nada de hombrecillos verdes ni de ruinas de una civilización que nunca existió. Simplemente polvo y rocas.

Este hecho se reflejó en muchas de las historias que publicaban editoriales como Marvel, DC Comics, Image Comics y otros, en las que los planteamientos del “antes” y el “después” se reflejaron en que los hombrecillos ya no venían de la Luna sino de otros lugares más lejanos. Pero me gustaría centrarme en dos hechos que, centrados en el cómic, tuvieron cierta relevancia.
Mi primera propuesta es la incursión que hizo Hergé con su personaje Tintín, en la carrera espacial. De hecho, mucho antes de que la gente de la calle, vamos, la gente normal, tuviera presente que era posible viajar a la luna, él ya se estaba documentando para que dos de sus aventuras más famosas tuvieran ese mismo hilo argumental. Esto tiene más mérito si cabe por el hecho de que esta aventura salió a la calle en el año 1953. En España tuvimos que esperar hasta el año 1958, época en la que se estaban vendiendo las primeras unidades del SEAT Seiscientos, todo un logro tecnológico.
En efecto, se trata de dos de las historias más famosas y vendidas de Tintín y seguro que cualquiera de los que lean estas líneas han tenido la fortuna de haber tenido en sus manos los dos volúmenes: “Objetivo la Luna” y “Aterrizaje en la Luna” (posiblemente hubiera sido más propio haberse llamado “Alunizaje en la Luna”). Muchos de los detalles que aparecieron en estas aventuras se basaron en una profunda investigación de cuanto en esos momentos era accesible al público en general, más bien poco. Pero el mérito está en la capacidad que tuvo Hergé para imaginar los detalles de ese viaje a nuestro vecino satélite.

Por otro lado, un hecho que es interesante destacar es el hecho de que el personaje de Charles Schultz, Snoopy, fue “casi” adoptado por la NASA como marcota de su Apolo X e incluso creó los premios “Silver Snoopy” para aquellos astronautas que más y mejor contribuyeran en el éxito de los vuelos espaciales. Un personaje de cómic que sirvió de inspiración para la tecnología más avanzada de su época.
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