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El espacio siempre ha sido uno de esos lugares que todos los humanos (e incluso algún inhumano) hemos mirado con admiración y curiosidad. La Luna ha sido objeto de culto, una referencia astronómica y un entorno adecuado para la generación de misterios para cualquier imaginación. Los comics no iban a ser menos y la Luna, como el espacio, han estado presentes en muchas obras que han pasado por nuestras manos. Y no solo eso, sino que muchas veces, cuando leemos comics es fácil escuchar esa frase diciendo: “Dejalo, está en la Luna”.

Tras algunos alunizajes y algunos paseos por la superficie de nuestro satélite, el programa Apolo simplemente terminó, nunca más volvimos. Pero ya nunca volvió a ser como antes. Ahora ya sí sabíamos lo que podíamos encontrarnos en la superficie de la Luna. Nada de hombrecillos verdes ni de ruinas de una civilización que nunca existió. Simplemente polvo y rocas.
Este hecho se reflejó en muchas de las historias que publicaban editoriales como Marvel, DC Comics, Image Comics y otros, en las que los planteamientos del “antes” y el “después” se reflejaron en que los hombrecillos ya no venían de la Luna sino de otros lugares más lejanos. Pero me gustaría centrarme en dos hechos que, centrados en el cómic, tuvieron cierta relevancia.

En efecto, se trata de dos de las historias más famosas y vendidas de Tintín y seguro que cualquiera de los que lean estas líneas han tenido la fortuna de haber tenido en sus manos los dos volúmenes: “Objetivo la Luna” y “Aterrizaje en la Luna” (posiblemente hubiera sido más propio haberse llamado “Alunizaje en la Luna”). Muchos de los detalles que aparecieron en estas aventuras se basaron en una profunda investigación de cuanto en esos momentos era accesible al público en general, más bien poco. Pero el mérito está en la capacidad que tuvo Hergé para imaginar los detalles de ese viaje a nuestro vecino satélite.
Por otro lado, un hecho que es interesante destacar es el hecho de que el personaje de Charles Schultz, Snoopy, fue “casi” adoptado por la NASA como marcota de su Apolo X e incluso creó los premios “Silver Snoopy” para aquellos astronautas que más y mejor contribuyeran en el éxito de los vuelos espaciales. Un personaje de cómic que sirvió de inspiración para la tecnología más avanzada de su época.
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