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Me gusta ilusionarme con eso de que la vida cambia para bien, pero cada mañana que me levanto y leo un poco por encima los periódicos del día, tiendo a pensar que mi permanente optimismo empieza a ser una enfermedad sin solución.
Es por ello que hay que aplaudir iniciativas en las que se presuma que la vida hay que tomarla con sentido del humor. Pongamos un ejemplo: Hace un par de semanas a mi buen compañero de trabajo J.F. se le achicharró el perro (su gran amigo de la juventud) cuando le dio por mordisquear (al perro) unos cables eléctricos que había en el jardín de su recientemente estrenada casa. Allí, en el lugar del óbito, nos concentramos una semana después una serie de amigos (de los buenos, claro) y le dimos una fiesta póstuma a su perro. Dado que el perro había pasado a mejor vida unos días antes, no era cuestión de colocarlo allí de cuerpo presente, por lo que mi amigo J.F. decidió poner unas salchichas colgadas de la chimenea. Eso, amigo mío, eso es auténticamente tener sentido del humor.
Bueno, a lo que vamos, que la vida hay que verla con otros ojos. Es por ello que me ha gustado el hecho de que en Granada se celebre, por segundo año, el Encuentro Internacional de Humor Gráfico donde el tema central será la “Semana Santa”.
Te pones a pensarlo y de primeras te dices: “oye, que la Semana Santa es algo muy serio”. Pero después, bajas a la realidad y te das cuenta de que la religiosidad que movía antaño a la celebración de la Semana Santa en cualquiera de nuestras ciudades se ha convertido en un fenómeno místico-festivo-folclórico-mercadillero donde prácticamente nadie va a lo que se debería ir. Mi antiguo amigo “el pildorilla” (obvio cualquier explicación sobre el origen de este nombre) era uno de los mejores cantores de saetas en Almería. Incluso lo llamaban de diferentes pueblos para que les deleitase con sus sentidas proclamaciones devotas con fondo musical. El caso es que “el pildorilla” una vez acabada la Semana Santa volvía a su quehacer diario que no era otra cosa que enajenar los bienes ajenos para después montar su quiosco en el mercadillo local. Ni que decir tiene que este individuo tuvo el privilegio de asistir a las sucesivas remodelaciones de los calabozos de la capital almeriense. Todo un ejemplo de devoción.
Pues bien, os invito a conocer las bases de este concurso, cuyo plazo finaliza el 14 de septiembre y para el cual solo nos piden que les enviemos una viñeta en formato A4 y poco más, pero, eso sí, con mucho sentido del humor. Las bases las podéis consultar en la web http://www.creatorio.com/ donde os dirán todo lo que hay que hacer para presentar vuestras creaciones. Suerte.
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