El otro día me llamó mi prima Leyre para avisarme sobre este documental, «Copiad, malditos», el cual pude ver en Internet un día después. Me ha gustado mucho como explican (clarito, clarito) el mundo de los derechos de autor y la forma en que los creadores-de-lo-que-sea estamos sometidos a la dictadura de las entidades de gestión, especialmente de la SGAE.
Cada día estoy más convencido de que la protección de derechos de autor es un deber de la sociedad, pero que cada vez son más los que se esconden detrás de ese concepto para ocultar su falta de creatividad o de recursos. No hay que parar más de un minuto para pensar cien formas en las que sacarle rendimiento a una obra sin necesidad de protegerla usando esencialmente a Internet como aliado.
Asistimos a una situación «kafkiana» en la que los editores, productores o similares son incapaces de ver en Internet una oportunidad de cambio (imparable, por cierto) y siguen empeñados en poner puertas al campo en vez de utilizar la creatividad esa que tanto pregonan para buscar nuevas formas de explotación en consonancia con el nuevo panorama.
Os recomiendo el documental, un proyecto clarificador y realista.
Me niego a ser parte de esa mascarada, ya me conocéis. Mi forma de pensar al respecto es muy sencilla: Podéis copiar mis dibujos, podéis llevarlos en vuestros portátiles, ipads o lo que sea; tan solo os pediré que digáis que son míos. Ya los cobré una vez a quien me los encargó. No tiene sentido que los cobre cada vez que alguien los comparta.
Al menos, eso es lo que pienso.
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