Aun a riesgo de ser pesado, sigo con mis andanzas y reivindicaciones en lo que se refiere al Cambio Climático. Sí, puedo parecer un «friki» sobre el tema, pero es algo que me apasiona por formación, convencimiento y por la voluntad de poner mi granito de arena para que las cosas cambien. Y es por ello que os traigo esta viñeta en la que hago referencia a una noticia de hace pocos días, como es, la medición del nivel más alto de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera desde hace 3 millones de años. Sí, ese gas que es un responsable directo (aunque no el único) del efecto invernadero y que estamos haciendo crecer de forma incivilizada los que nos llamamos «civilización».
Pero esa dejadez en la que estamos sumidos en todo lo relativo a la actitud de nuestra sociedad frente al cambio climático no es más que un reflejo de la sociedad misma.
Digo esto porque también soy un ciudadano de «a pie» y estoy sufriendo en mis carnes los mismos problemas que la mayoría de los que vivimos en este trozo de tierra llamado España. Tenemos una cadena de crisis económicas que vienen y que van. Se le suma una crisis de credibilidad social. Y una crisis de educación. Crisis de entendimiento entre nosotros. Crisis, crisis, crisis… Según mi modesto criterio, el origen de todo esto se haya en una crisis política y social donde los que nos tendrían que sacar de esto (los políticos, para más señas) se dedican a lo suyo y no a lo nuestro (lo de todos).
No me sirve para nada que los políticos discutan de nacionalismos, de sucesiones en los partidos, de reivindicaciones sindicales absurdas, del color de las aceras, de la vida sexual del oponente o del mérito de unos u otros en tiempos pasados. Pero eso, todo eso, es lo que a ellos les interesa porque son las cosas que justifican su sueldo a fin de mes. Porque, no nos engañemos, lo único que le interesa a los políticos es seguir cobrando a fin de mes.
Echo de menos a POLÍTICOS con mayúsculas como fueron Adolfo Suarez, Manuel Fraga, Felipe González o Santiago Carrillo que, por encima de sus ideologías, miedos, rencillas, odios e intereses decidieron apoyarse mutuamente para remar todos en el mismo sentido. Tuvieron que tragar sapos unos y otros, pero España lo necesitaba. Y gracias a gente como ellos hemos llegado hasta hoy como un país bastante estable. Se les necesitó y ahí estuvieron.
Y España los necesita de nuevo, pero ya no están. Y, lamentablemente, los que hay ahora no están a la altura. Y los que están detrás de ellos, tampoco. Y ahora viene la pregunta del millón: ¿qué tiene que pasar para que reaccionen? O, mejor dicho, ¿qué tiene que pasar para que reaccionemos quienes les votamos?
Volvamos a los osos. Son como nuestros políticos. Están todos pendientes de que no les caiga la mierda encima, como le pasa al que está más arriba. Pero no se dan cuenta de que se están quedando sin lugar donde pisar. Y, al final, terminarán todos hundiéndose. Unos con más mierda que otros, pero hundiéndose.