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Ya he escrito bastante sobre comics y otras lindezas en este humilde blog pero me he dado cuenta de que todavía no he tenido el placer de escribir sobre el lugar donde vivo, Málaga, y su relación con el mundo de los comics. Como resulta que eso es algo que tiene remedio, voy a ponérselo de inmediato con el permiso de todos ustedes.
Málaga es una gran ciudad, al menos eso es lo que nos dicen diariamente los que gobiernan esta parte del mundo, y en la práctica se encuentra entre las siete ciudades más importantes (socioeconómicamente hablando) de nuestro país, que a pesar de algunos, todavía sigue siendo España. La provincia de Málaga, sin embargo, es más importante si cabe que la propia ciudad ya que tener un tesoro como la Costa del Sol, nuestra Axarquía o las tierras del interior con magníficos pueblos blancos y maravillas como Antequera o Ronda no es algo de lo que otros puedan presumir.
Ser una gran ciudad (o una gran provincia) significa, para empezar, mucha población. Muchas almas. Muchas inquietudes. Muchas historias personales y colectivas.
Después vienen los datos. Población, economía, empresas, sectores emergentes, tecnología, actuaciones sociales, cultura, educación, innovación o urbanismo son conceptos que habitualmente acompañan a la definición de una gran ciudad.
Casi siempre existen, además, tres magnitudes diferentes para definir a una ciudad. De un lado la magnitud real que no es otra que la medida objetiva de los datos que hemos dicho antes (y muchos otros) en comparación con los de otras ciudades. Otra magnitud es la de los políticos (Oh cielos! Ya están aquí!), que según sean los que gobiernan o los que se oponen, pueden ubicarnos en el cielo o en el infierno al mismo tiempo. La magnitud de los políticos es la menos creíble, por cierto.
Finalmente está la magnitud con la que cada uno de los ciudadanos valoramos a nuestra propia ciudad. En general se trata de una valoración alta, muy alta (el chauvinismo es una práctica extendida) ya que nuestra propia autoestima depende en gran medida del valor de las cosas que nos rodean habitualmente. De todas formas, es habitual que critiquemos todo lo que nos rodea, empezando por los vecinos de nuestra comunidad (este, además, es un mal endémico de nuestra sociedad).
Dicho esto, me gustaría hablar de Málaga desde el punto de vista de los comics, contexto este en el que creo que si bien se nos puede posicionar como una «gran ciudad», hemos de reconocer que queda mucho camino por andar.
La materia prima es excelente ya que podemos presumir de que en nuestra provincia tenemos muchos y muy buenos dibujantes, tanto de comics como de viñetas e ilustración. Algunos de ellos son ya una referencia a nivel nacional. La masa crítica de lectores también es alta, y en los foros encontramos habitualmente a muchos malagueños con un conocimiento amplio y profundo de este mundo.
En el conjunto de la provincia de Málaga tenemos también la oportunidad de disfrutar de un buen número de certámenes sobre comics entre los que destacan por méritos propios los que se celebran en la propia capital (Imaginamalaga), Vélez Málaga, Benalmádena (anteriormente celebrado en Pizarra) y otros. En general gozan todos ellos de buena salud si bien, y a diferencia de los certámenes celebrados en otras ciudades españolas, tienden a ser aglomerados de «culturas alternativas» más que salones de cómic propiamente dichos. No obstante, todos ellos nos brindan una buena oportunidad de acercarnos a este apasionante mundo del dibujo.
Por otro lado hemos de considerar el día a día. Aquella tarde en la que decidimos localizar y comprar un determinado cómic que nos gusta o el momento ese en que nos hundimos entre los millones de páginas de cualquiera de las tiendas que tenemos simplemente a ojear.
En este sentido sí podemos presumir de tener una buena cantidad de tiendas especializadas (prefiero dejar de lado a las grandes superficies donde no hay ni cultura ni conocimiento sobre la materia sino negocio). Es agradable ver como en la mayoría de estas tiendas especializadas habitualmente hay bastante gente lo cual nos indica que el cómic goza de buena salud y expectativas.
Cuando hablo con otros colegas dibujantes o con aficionados a esto del cómic lo que sí se echa en falta es una cultura política de apoyo a este sector. Ya dije antes que los políticos pueden darnos el cielo o el infierno en función de los votos que consigan a cambio, pero puedo asegurar que en el caso de Málaga no deben tener claros los números ya que en caso contrario apostarían más por este sector de lo que lo hacen actualmente. Eso sí, una excepción que hay que mencionar es la relativa a la Diputación de Málaga, que habitualmente ha ayudado tanto a la organización de algunos certámenes como a publicaciones diversas.
Finalmente, con ánimo de no cansar más que lo justo, me gustaría reflexionar sobre algo en lo que he insistido en más de una ocasión. En Málaga, como en el resto de España, se asocia impúdicamente la imagen del cómic a los jóvenes, pero reivindico que este es un mundo también de los mayores (yo ya casi me considero talludito). Me gustaría que el cómic dejara de ser la «hermana pequeñita» de la cual solo se encargan las concejalías o delegaciones de Juventud. Creo que ya es hora de que sean los departamentos culturales los que se encarguen de esto.
¿O acaso los comics no son cultura?.
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