Pasaporte a la cima

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Pasaporte a la cima

Es una realidad que hoy en día es más fácil llegar arriba en cualquier institución, empresa o colectivo cuando uno tiene la fortuna de encontrarse en el momento justo y en el sitio oportuno. Los conocimientos, la experiencia, el saber estar o el binomio aptitud/actitud en su sentido más amplio son virtudes que deberían ser méritos suficientes, pero que precisan casi siempre de un discreto toque de suerte.

Pero hay un aspecto que muchas veces supera ampliamente y por goleada tales circunstancias, y no es otro que disponer de un trozo de papel en el que pone «afiliado al partido«.  Cuantas personas con sobrada capacidad y méritos hacen cola para conseguir un puesto de trabajo acorde con su formación y experiencia mientras ven pasar por delante de sus narices a mindundis cuyo único mérito ha sido afiliarse a un partido político, gritar en las esquinas y pegar carteles electorales. Es curioso, pero cuando miramos a lo más alto de cada partido político vemos una superpoblación de ninis y falsificadores de curriculums. Es fácil localizarlos. De hecho, no tiene pérdida: en cuanto escuchas un razonamiento lleno de demagogia barata, ahí tienes a uno de estos.

No es una virtud que sea atribuible especialmente a la izquierda o a la derecha, es simplemente una cuestión de corporativismo ideológico, de partitocracia. Es a lo que, lamentablemente, hemos llegado en esta sociedad en la que vivimos.

No lo dudes, la cima está llena de carnés de partido y vacía de neuronas.

Esta forma de actuar hace mucho más daño de lo que se piensan los propios «valedores», ya que es posible que se rodeen de personas de plena confianza que les hagan más fáciles las cosas, pero de lo que no cabe duda es que en la mayoría de las ocasiones bajan, y mucho, el nivel de sus decisiones y acciones. Además, para cualquier dirigente político lo más rentable es mandar sobre un colectivo de insignificantes, analfabetos y borregos porque es garantía de que no se va a discutir sus decisiones ni sus acciones. Es una mierda, pero es así. En eso se ha convertido nuestra sociedad.

Un abrazo para todos esos «valedores» y esos «válidos». No perdáis el carné.

 
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