Paradojas de la vida. Hace unas semanas explicaba en este mismo blog las bondades y los vicios de los nuevos libros digitales o electrónicos. Pocos días más tarde fui testigo directo, cuando no implicado, en la disputa entre un autor y su editor sobre la forma en la que se debía realizar electrónicamente la nueva obra del primero.
Supongo que el autor, al cual llamaremos Paco (ya que estoy seguro de que él no querrá que se sepa que se trata de Ernesto García), una persona muy ávida de tecnología, se le ocurrió plantearle a la editorial hacerlo en formato de libro electrónico. Un e-book, para entendernos.
Paco, al que conozco desde hace años, se puso en contacto conmigo y me pidió consejo sobre como abordar la tarea de sacar un libro digital al mercado. La idea que él tenía al respecto iba poco más allá que la de editar el libro en formato PDF y ponerlo a disposición de los lectores por medio de Internet. Incluso deseaba contrastar la posibilidad de traspasar al mismo formato sus dos libros anteriores, ya editados en papel. Además, estaba convencido de que se venderían grandes cantidades por Internet aprovechando la campaña de Navidad.
Lo primero que hice fue tratar de aclararle el concepto de “libro-digital”.
Veamos… Un libro en formato PDF no es un libro digital sino un libro escaneado o en su archivo electrónico. La única diferencia con el libro tradicional, sobre papel, es precisamente esa; que tendremos la posibilidad de acceder a él mediante la pantalla de un ordenador o dispositivo electrónico. Un libro escaneado no es un “libro digital” sino un “libro en formato digital”.
El libro digital es mucho más que eso. Pongamos un ejemplo muy sencillo: supongamos que encontramos en Internet una página web con un libro que podremos leer tranquilamente, pero que, además, nos da acceso a un gran número de contenidos relacionados. Nos podríamos encontrar, por ejemplo, una sección en la que nos hablen de su autor, su formación, sus gustos, sus momentos de inspiración e incluso sobre lo que debe a hacienda. Incluso una entrevista con el autor. O varias. En otra sección podríamos encontrar todas las referencias, con abundante texto e imágenes (reales o ficticias) sobre los escenarios donde se desarrolla la narración, al menos, tal y como los ha concebido el propio autor. Otra sección nos describiría a cada uno de los personajes, incluso podríamos verlos también tal y como los parió la mente de su autor. Si se tratase de personajes históricos, se podría ahondar en la biografía de cada uno de ellos. Si seguimos navegando, encontramos también las críticas recibidas por el libro, comentarios de lectores o premios que ha conseguido… Además, podríamos acceder a un diccionario o glosario en el que descifremos aquellos términos más relevantes que aparecen en el libro. También podremos encontrar una sección en la que los lectores intercambian opiniones o alternativas a la historia. Otra sección puede ser aquella en la que el propio autor nos habla sobre los anteriores libros que ha escrito. E incluso pudiéramos acceder a la compra online de sus respectivos libros digitales. Todo eso y mucho más es un libro digital. Y todo ello accesible en un único lugar.
En la práctica, podemos decir que se trata de un libro en tres dimensiones en el que podemos navegar y sumergirnos literalmente en todo su mundo tal y como salió de la mente del escritor.
No pude ver la cara de Paco, el autor, ya que todo esto lo fuimos tratando por medio de correos electrónicos. Pero estoy seguro de que la decepción se adueñó de todo su cuerpo al ser consciente de que su libro digital no podría estar a tiempo de la campaña de Navidad. Sin embargo, conociendo a Paco, sabía que no iba a dejar de intentarlo. Y así fue.
Eran casi las ocho de la tarde cuando sonó mi móvil. No era un número conocido, pero no soy reacio a recoger llamadas ya que nunca se sabe si alguna puede ser la esperada herencia de un tío americano al cual no conozco. En este caso se trataba de Alejandro, el editor de Paco.
El principio de la conversación fue sospechosamente amable ya que el Sr. Alejandro no paraba de elogiar mis dibujos, mi página web y cualquier otra cosa que llevara mi firma. Al cabo de unos minutos cambió el tono de la conversación y de sopetón soltó una pregunta incisiva: ¿Por qué le metes pájaros en la cabeza a Paco?
Traté de explicarle, lo mejor que pude, lo mismo que he explicado unos párrafos más arriba sobre la revolución tecnológica, los libros digitales y las enormes posibilidades que ofrecen, pero no atendía a razonamientos. Para él no existía más que el papel. Me decía que los libros hay que tocarlos, olerlos, manosearlos, derramar el café sobre ellos y transportarlos bajo el sobaco a cualquier lugar a donde vayamos. Tras varios momentos tensos, aunque educados, decidimos dar por finalizada la conversación en un empate técnico.
Opino que el libro en formato papel debe seguir existiendo. Es básico para la humanidad que podamos seguir leyendo, oliendo y acariciando los libros. Pero no por ello debemos obviar las posibilidades tan espectaculares que ofrecen los libros digitales. El avance de la sociedad y el respeto a la cultura no deben hacerse sobre el menosprecio a la tecnología, por muy sibilina que ésta le pueda parecer a muchos. Por el contrario, creo que hay que darle a las personas la posibilidad de optar por diferentes alternativas, si la tecnología lo permite. Elegir razonadamente es una virtud que diferencia al ser humano.
El mundo del cómic también hay que verlo desde esa misma perspectiva. No renunciemos ni a las ediciones en papel, pero tampoco a explorar las opciones que nos ofrece la tecnología. Es una pena que maravillosos autores de comics legendarios no estén ya con nosotros para poder recrear esos mundos. ¿Habéis visto alguna vez las fotos de Thule, residencia de la princesa Sigrid, novia del Capitán Trueno? ¿Y conocéis acaso los ingredientes de la poción mágica que preparaba Panoramix? ¿O visteis en alguna ocasión el interior de los cajones de la mesa del inspector Crown? ¿O acaso habéis visto las fotos que tomó Tintín del Yeti cuando visitó el Tibet?.
Son muchas las cosas que podemos recrear en un libro digital, para las que necesitaríamos, sin embargo, muchas toneladas de papel. Además, disponemos de visores en cualquier entorno y momento, pues un libro digital (y todo su mundo) pueden ser accesibles en su totalidad con ordenadores, tabletas o teléfonos móviles. Incluso si añadimos visores VR, la inmersión puede ser ya de fábula.
Otro tema por debatir en este contexto es el de los derechos de autor, pero no hay nada que temer. Estoy convencido de que gracias a las publicaciones digitales (libros, comics…) los autores podrán ser más creativos, podrán cobrar más, desarrollarán y darán mayor satisfacción a su imaginación y, sobre todo, pondrán el camino más difícil a los piratas.
A fecha de hoy cualquier libro tarda menos en llegar a Internet en formato PDF que a las librerías. Hubo un caso flagrante hace unos años con un esperado libro de Mario Vargas Llosa, del cual ya se podía obtener una copia en formato PDF en varios sitios de Internet antes de su presentación. Con un libro digital lo hubieran tenido más difícil.
El caso es que Paco, a día de hoy, ya está trabajando en la versión digital de su libro. Reconoce que todavía le viene un poco grande la idea, pero no solo está ilusionado, sino volcado en el proyecto, el cual estoy seguro de que será un éxito. Por su parte, el editor no ha querido saber nada de este tema y aunque va a encargarse de la edición en papel del libro, ha renunciado (con matices) a la versión digital.
A veces pienso que debería cobrar por aconsejar a esta gente.
Hace unos cinco años ya hice una adelanto sobre lo que podría llegar a ser un cómic electrónico (leer aquí). Pasa el tiempo, los lectores van y vienen, la tecnología avanza y la industria apenas si se ha enterado.