Apenas recuerdo cuales fueron mis primeras sensaciones acerca de la crisis económica que se nos venía encima. Lo que estoy plenamente seguro es que nunca sospeché (como la mayoría de los ciudadanos) que esto iba a afectar tan profundamente a la forma de vida relajada a la que estábamos acostumbrados.
El problema de fondo está claro, tiene un origen eminentemente económico que se puede resumir de forma sencilla, y obviando los factores externos, en que hemos estado muchos años viviendo por encima de nuestras posibilidades. No me refiero a que nosotros, los ciudadanos de a pié. Apunto, en realidad, a las administraciones públicas en general, que han gastado el dinero antes de preocuparse en saber si realmente había o no.
Me hace gracia (maldita gracia) que cuando se nos ha pedido que nos apretemos el cinturón, siempre éramos los mismos los que debíamos hacerlo. Las clases medias, por llamarnos de alguna manera, siempre hemos sido los paganos. Pero nadie los toca a ellos, los políticos. Hablan de reformar la Administración Pública y como si no fuera con ellos.
Lo que me castiga más profundamente es ver como, quienes deberían predicar con el ejemplo, me piden en los medios de comunicación que debo pagar más impuestos, perder prestaciones, malvivir en muchos casos mientras que ellos siguen gastando lo que no tienen. O ¿cuantas comidas diarias se pagan con nuestros impuestos? ¿cuantos viajes? ¿cuantas juergas? ¿cuantos caprichos inútiles?
Y, lo que es peor, el sagrado lugar donde reside nuestra supuesta fuerza, el Congreso de los Diputados, resulta ser un patio de colegio donde los niños están esperando a que la señorita toque la campana para irse corriendo. Traigo aquí este vídeo que a buen seguro habéis visto más de una vez. Se trata de los señores diputados corriendo hacia las puertas del Congreso para irse a coger aviones y trenes para pasar un largo puente. Esos diputados que se permiten decirme que tengo que trabajar más, pagarles más y tener menos.
Es vergonzoso que tengamos estos políticos. Es penoso que esto no pueda cambiar y que tengamos unos representantes que no merecemos. O, ¿acaso esto es lo que nos merecemos?
Solo quiero decirles a todos esos a quienes se les ve corriendo, y a aquellos que después incluso lo justificaron en las redes sociales, que yo no tuve puente, mi mujer no tuvo puente, que miles de españoles siguieron trabajando durante el puente y que, además, todos nosotros somos privilegiados por poder trabajar, incluso en el puente. Porque hay varios millones que desgraciadamente no pueden hacerlo. Mientras, ellos corren.
Y todavía hay quien se pregunta por qué la gente cada vez les vota menos.