Videojuegos, cine y comics ¿amigos o enemigos?

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En los últimos años estamos asistiendo a una sinergia cada vez más evidente entre el mundo del cine, los videojuegos y el cómic. Vemos cómo los mismos personajes e historias los encontramos reiteradamente en los tres soportes. Por poner varios ejemplos, podemos hablar de Batman, Superman, Spiderman, Catwoman, Hulk, Tintín o Mortadelo y Filemón. Todos ellos han pasado por los tres formatos y todos ellos nacieron en el mundo del cómic. ¿Esto es bueno o es malo?

Desde el punto de vista del sector gráfico, el más débil presupuestariamente, parece que es una alianza conveniente. A fin y al cabo se podría prever la aparición de sinergias en el público que induzcan a una popularización aun mayor de los personajes y, consecuentemente, a un aumento de las ventas. De hecho, en alguna tertulia reciente me argumentaban que el público es muy similar en los tres casos y que al final todo suma. Pero, según mi criterio, eso no funciona así.

Hacer un retrato robot del público de los comics es complicado. De lo que no cabe duda es que un porcentaje muy mayoritario de los lectores adquieren esta afición en la adolescencia o la juventud. Por este motivo, mirando hacia el futuro, deberiamos valorar qué público es el que se está formando actualmente para intuir cómo será el desarrollo de nuestro sector.

Como punto de partida, hemos de ser conscientes de que vivimos en una sociedad en la que el esfuerzo es un recurso en extinción. Posiblemente la tecnología tenga parte de culpa, porque nos ha facilitado enormemente la vida y ha puesto a nuestro servicio herramientas que nos permiten disminuir tiempo, conocimientos, atención y recursos para procesar la misma información. 

Paralelamente, vivimos en una sociedad en la que parece premiarse el mínimo esfuerzo. Lo vemos diariamente en los medios de comunicación con políticos, financieros, empresarios, sindicalistas… que piensan más en el “pelotazo” que en el trabajo riguroso y constante. Y lo que es peor, lo vemos cada día más en los centros de enseñanza, porque cada vez que cambia la legislación en el marco educativo (con cualquier ideología en el gobierno) parece ser que es para permitir que los alumnos salgan adelante con más suspensos y menos empeño.

La tecnología y esa educación de mínimos han derivado en una generación de jóvenes para los que la lectura supone un esfuerzo difícilmente asumible. Nuestros jóvenes ya no leen, sino que escanean.Pasan del título al punto final en diagonal plasmando en sus retinas tan solo los textos resaltados y las imágenes. Es el mismo razonamiento que está en el origen del crecimiento de la visualización de vídeos en el último año en Internet, superior al 1400%. Incluso Facebook ya ha anunciado que prevé un futuro en el que solamente se publicarán vídeos en su red social. 

El problema es, posiblemente, más profundo de lo que parece, porque en realidad somos animales audiovisuales. Nuestro cerebro está preparado para recibir la información gracias al binomio vista+oido y nuestras preferencias de atención van por ese camino. 

Hace unos días leía un artículo de un reconocido paleoantropólogo que explicaba los aspectos que nos diferencian al ser humano de otros animales. Uno de los temas que afirmaba era, precisamente, que somos seres eminentemente audiovisuales, a diferencia de otros animales, que son más auditivos, más táctiles o más olfativos. 

Según comentaba este científico, tenemos una tendencia clara a percibir el mundo con imágenes y sonidos. Si recordamos algo del pasado, si pensamos en algo que está pasando o deseamos (soñamos) algún hecho en el futuro, siempre van asociados a imágenes y muy a menudo a sonidos que proyectamos en nuestro cerebro. La evolución del ser humano, tras millones de años, hace más fácil que nuestro cerebro asimile cualquier información si consta de imagen y sonido.

Como conclusión, los jóvenes desprecian el soporte papel cada vez más. El formato tradicional impreso forma parte de la nostalgia, salvo para los que ya vivimos dentro del mundo del cómic y no queremos prescindir de ese olor a libro nuevo, a papel, a tinta.

Las generaciones que vienen a continuación consumirán comics, pero seguramente serán usuarios ocasionales que no permitirán un despegue serio del sector. Mientras tanto, vídeos y videojuegos seguirán su cuota ascendente y no nos quedará otra que ajustarnos el cinturón, una vez más.

Aunque, sinceramente, espero estar equivocado.

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